11 de enero de 2014

La escucha en la pareja


Sin duda, uno de los mayores motivos de queja de las parejas que acuden a una terapia es el de la falta de comunicación. Frases como: “no me escucha cuando le hablo”, “ya no hablamos como antes”, “nos falta comunicación”, “hablamos idiomas diferentes”, “malinterpreta lo que le digo”, “no nos entendemos”,… son típicas en las consultas de los psicólogos. 
 

La comunicación es un proceso continuo de intercambio de información entre una persona y su entorno (otras personas, ambiente físico) donde constantemente se envían y reciben mensajes verbales y no verbales que influyen y modifican nuestro comportamiento, determinando así las respuestas siguientes.
 
Así, es imposible no comunicar. Todo comportamiento comunica, incluso el silencio comunica algo. 
 
Uno de los principios más importantes y difíciles de todo el proceso comunicativo es el saber escuchar: escuchar tanto lo que se habla como lo que no.
Escuchar requiere un esfuerzo y a menudo se escucha mal. 
 
Entre los errores más frecuentes en las parejas:
  • Interrumpir a la otra persona cuando habla
  • Reproches: “Es que tú…”
  • Dar consejos que no se han pedido: “Deberías hacer…”, “Tú lo que tienes que hacer es…”
  • Tomar las opiniones del otro como amenazas: “Es que tú nunca me has apoyado”, “Te parece mal todo lo que hago”, “Siempre te quejas de…”
  • Dar por hecho intereses de la otra persona: “Tú lo que quieres es…”, “A ti lo que te pasa es…”
  • Atribuirle malas intenciones: “Lo hace porque sabe que no lo soporto”
  • Leer el pensamiento: “Tú te piensas que yo…”, “Tú lo que crees es…”
  • Justificaciones: “Sobre lo que tú dices, en realidad yo…”
  • Despreciar los sentimientos de la otra persona: “No sé por qué te pones así, no es para tanto”.
  • Las continuas referencias a uno mismo en vez de escuchar al otro (el yo, yo, yo): “Me enfada que tú digas eso, porque yo…”
  
En lugar de escribiros las características de una buena escucha, rescato un texto que leí de Iosu Cabodevilla Eraso, psicoterapeuta navarro, y que me sirve de introducción al tema.
 
Os propongo dos ejercicios: estoy segura de que a todos se os ocurrirán decenas de párrafos que añadirle:
 
Cuando te pido que me escuches
Y tú….
En realidad …. 
 
Cuando me pides que te escuche
Y yo...
En realidad ....





ESCUCHA 

Cuando te pido que me escuches
y tú empiezas a darme consejos,
no has hecho lo que te he pedido.

Cuando te pido que me escuches
y tú empiezas a decirme por qué no tendría que sentirme así,
no respetas mis sentimientos.

Cuando te pido que me escuches
y tú sientes el deber de hacer algo para resolver mi problema,
no respondes a mis necesidades.

¡Escúchame!.

Todo lo que te pido
es que me escuches,
no que hables o que hagas.
Sólo que me escuches.

Aconsejar es fácil,
pero yo no soy un incapaz.
Quizás esté desanimado o en dificultad,
pero no soy un inútil.

Cuando tú haces por mí
lo que yo mismo podría hacer y no necesito,
no haces más que contribuir a mi inseguridad.

Pero cuando aceptas, simplemente,
que lo que siento me pertenece,
aunque sea irracional,
entonces no tengo que intentar hacértelo entender,
sino empezar a descubrir
lo que hay dentro de mí. 

Iosu Cabodevilla
ha plagiado estas palabras de J.C. Bermejo,
que confiesa las tomó de A. Pangrazzi.
Este las había robado de R. O´donnel,
que nunca confesó su verdadera fuente.

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